lunes, marzo 05, 2012

Biofilia de Björk en NYC





En sus más de 20 años de carrera musical, desde la época de los Sugar Cubes, la islandesa Björk no ha dejado de sorprender, ni de impactar al mundo de la música. Sus propuestas musicales han sido tan extravagantes, particulares y únicas, como sus peinados, vestimenta y videos. Si a esto le sumamos que su última producción musical se llama Biofilia, que según sus propias palabras contiene “elementos de ciencia y de música hechos con la ayuda de una aplicación para el iPad”, uno no sabría qué esperar realmente de ese concierto.

Partiendo de esa premisa, el viernes 2 de marzo, la Rebe, Gaby y yo decidimos adentrarnos en la aventura de la Biofilia, en el legendario y cavernoso Roseland Ballroom de la ciudad de Nueva York, con expectativas muy altas, pero sin tener muy claro si para bien o para mal. Y la hija predilecta de Reykjavik no nos decepcionó; por el contrario superó todas las expectativas creadas.

En una entrevista, Björk había descrito Biofilia como un “compendio de música, aplicaciones, internet, instalaciones e improvisaciones en vivo”; y eso fue exactamente lo que vimos. Aunque me voy a quedar corto al expresar con palabras lo que sentimos las casi tres mil personas que estábamos allí.

El escenario estaba en el medio de la olla con una visión de 360 grados hacia cada rincón del Roseland, en donde el público estaba a escasos metros, y donde se destacaba un arpa inmensa, un órgano de tubos, unas bocinas de Tesla -especie de reproductor de rayos- y una especie de pistones gigantes -que después supe que era un “arpa pendulante”-, más las pantallas y el juego de luces. Un escenario más parecido a un show del Cirque du Soleil que a una tarima de un concierto.

El espectáculo -nunca hubo mejor palabra para describir un concierto- fue una experiencia sensorial de dos horas, que se paseó por un sinfín de procesos biológicos, que estuvieron aderezados con la extraordinaria voz de Björk y del, no menos extraordinario, coro femenino de 24 islandesas, especialmente ensamblado para Biofilia. Björk finalizó su montaje multimedia con el fuego y la lava de un volcán islandés, probablemente de nombre impronunciable.

¡Qué mejor manera para despedirse de Björk, que entre lava y fuego!

Ciro

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Islandia? Revkjavic?
Habian catiritas en esa vaina? y niñas pelo negro de ojos azules?

Anónimo dijo...

De pana que "ese coro de islandesas" suena -y no precisamente por las voces- muy rico!

Anónimo dijo...

Te quedo muy bueno tu articulo, Ciro!

Anónimo dijo...

Ciro, te quedó chévere el artículo

Anónimo dijo...

polta pal de achinaitas pa ponelas a cantal la zona