martes, febrero 05, 2013

Tribu Global: "The Farmer"


Martin Knulp está de vueltay con otro cuentico. Spin that shit !

¨¡Duro, ocho, nueve, dieeeee…z duro coño vamos!, tres cachapas y le montas otra de 20lbs, tres series de 15 repeticiones mariquito!, si vas hacer glúteos me avisas no joda, ayyy parchita¨ , a viva voz Gregorio José da indicaciones al flaco de turno que quiere ser como él. Vendidas las mezclas para las merengadas de proteínas, las que sin duda te pondrán en los kilos en menos de tres semanas, el volumen de la música que tiene en sus audífonos no le deja controlar el nivel de sus gritadas y alentadores direcciones. Le da igual, con los 108 kilos de masa corporal y unos brazos más anchos que su corto cuello, que el resto de las personas
en el gimnasio volteen a ver qué pasa, es en el fondo lo que más le gusta.

Pasa unas dos horas entrenando y luego le toca turno aunque sólo se concentra en los ¨personalizados¨ suerte de logia que le paga para que de alguna manera, obligados, a gritos, con pena, hagan algo de ejercicio.

A Gregorio José le interesan las pesas, camina como pingüino y siente una especie de vacío cuando finalmente se pone su cinturón de entrenamiento, de cuero negro y al que le mando a estampar en grande el nombre ¨THE FARMER¨ para que no haya dudas de su dureza. ¨Súbele dos más y haces dos series al fallo¨, reclama a un gordito que sueña con ser como su entrenador antes de la Semana Santa, para verse bello en la playa pero piensa, ¨esta vaina de hacer ejercicios no la entiendo, se supone que la sociedad y la tecnología es para que me mueva menos pero el cuerpo tiene que ser escultural¨, sentencia sin saber que la diabetes le sonríe y espera. The Farmer cuenta sus aventuras y la cantidad de coñazos que le ha metido a más de uno por acercarse demasiado, o verlo feo que es lo mismo, al final toda la violencia que pueda sudar recae en una cuestión de espacio, milímetros, y en sus momentos de lucidez, tan breves como afilados, piensa que es lo mismo en el mundo y sus guerras, por invadir el
espacio del otro.

A pesar de su musculatura, Gregorio José mantiene en discusiones de alto nivel que su corazón está en un estado envidiable y que si, si le llega suficiente sangre al cerebro. Por eso sabe cuando alguien ha invadido su espacio y no otra cosa es la causa principal de la violencia, negocios, política, él sabe que todo es un ¨quítate tu pa´ponerme yo¨.

¨¿Dale mostro, terminaste?¨, ¨ Claro mi amor mañana le damos brazos para que se te quite esa flacidez ¨, The Farmer aparenta un buen proceder con las féminas y se le ha visto con una que otra, sin embargo, cada mirada al espejo hace que un campanazo le retumbe en el colon y a veces más abajo, una realidad que es inocultable pero que sólo él y las únicas tres mujeres con las que se ha animado a tener algo de sexo saben. 

Una terrible situación que no logra solaparse entre los desarrollados bíceps, firmes deltoides, piernas como duros jamones….no hay, ni existe en el mundo, ¡un ejercicio que logre agrandar el pene!, situación que secretamente lo angustia y mortifica y hace que le dé más duro y más pesas y más merengadas de proteínas y los ciclos de esteroides pero nada….quedó igual, como cuando fue flaco y tenía veintidós, lo peor es que los doce centímetros bien medidos no estaban mal para el promedio de ascendencia latina, la vaina es que entre tanto desarrollo muscular se ve pequeñito, erecto y todo, luce flaco y como si sufriera de mala postura o que padeció polio. The Farmer se lamenta y se le viene a la mente como el flash de un bombillo que se quema, el único libro que se leyó en bachillerato de un muchacho que se metía a surfear y de manera accidental se cortaba los testículos y un lateral del pene, de ahí en adelante sus amigos lo llamaron ¨ Pichula Cuéllar¨, que era su apellido. Ese fue el nombre que entre lengua y dientes, Gregorio José llamaba a su pene, su pichula. 

Terminada la tanda de entrenamiento, The Farmer finalmente va a la ducha, que momento este, en un espacio de 5x4 hay vestuario, dos pocetas, un urinario, dos duchas y un lavamopa, donde necesariamente la señora que limpia pasa entre 10 a 15 minutos lavando un trapo y aplicando el reojo como su mejor momento del día, y a veces ni reojo, total para lo que le pagan meterse ahí es su ñapa. En ese diminuto espacio coinciden todo tipo de tendencias y posturas, The Farmer se desviste pero nunca, jamás, se quita el interior y cómo si todo es una cuestión de espacio y aquí simplemente no lo hay, toca es evadir miradas para que disminuya la cercanía y meterse a la ducha sin chancletas, a bañarse con agua fría. Ya ahí Gregorio José y algún partner, que espera turno para entrar se gritan improperios cargados de olor a trapo sudado, ¨quieres que te enjabone ¨, ¨ Si quieres te acompaño ¨, simulando una voz afeminada que no les sienta nada bien pero que de alguna manera hace que para él se rompa la tensión de un espacio violentado, de una cercanía que lo llevaría si pudiera a repartir trompadas y a echar plomo si fuera el caso, de una frontera importante con su hombría con su pichula.

Martin Knulp

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Buen relato Martín!

Anónimo dijo...

Martin, tu pichula es chiquita tambien?

MK dijo...

Gracias por los comentarios, en realidad todo lo que gira entorno a al hombre es el espacio, reclamo ancestral que hoy tu, limitas a trabajo y casa, familia, algunos amigos y por supuesto tu pichula.