Somos venezolanos
¡Somos venezolanos!
En el primer articulo que escribí para nuestro blog, quise tratar de entender –con la ayuda de ustedes- el conjunto de creencias y valores aprendidos que nos diferencian de otras sociedades y que nos caracterizan como venezolanos.
Me voy a permitir enumerar los calificativos que entre todos recopilamos: cuaima, cuaimiado, revolvedor de whisky con el dedo, hedonista, superficial, motorizado con bigotito y guanda, arrocero, guachafitero, rumbero, extrovertido, tocón, jodedor, pana, confianzudo, machista, jugador de domino, playero, tomador de ron. Creo que en líneas generales, todos estos calificativos dan una visión bastante amplia de la venezolanidad. Muchos se sentirán identificados con estas características, mientras que otros no, e incluso habrá quienes se sentirán ofendidos, ya que cada individuo tiene características propias. Es por eso que si no estás de acuerdo o quieres agregar más, por favor, deja tus comentarios, que serán de mucha ayuda para seguir tratando de crear un concepto amplio sobre nuestra identidad nacional.
Aunque podamos estar de acuerdo o no con los calificativos anteriores, hay una creencia que sin importar tendencia política, clase social o nivel educativo, nos une a todos por igual: sentir que somos un país rico porque el precio de la gasolina es irrisorio. Y aunque siempre he estado conciente de esto, no fue sino el polémico articulista del New York Times y, ahora, del Washington Post, Juan Forero el que me hizo reflexionar sobre este tema que quiero compartir con ustedes. En la edición de ayer 23 de noviembre del Washington Post hay un artículo del señor Forero que habla sobre nuestra adicción a la gasolina y a su ridículo precio. http://www.washingtonpost.com/wp-dyn/content/article/2006/11/22/AR2006112201890.html
La cultura del carro o de la nave en nuestro país, llega a ser, incluso, patológica. El carro se vuelve en el templo de muchos y, hasta, en su alter ego. Y todo por qué, porque si la gasolina no cuesta nada, el transporte público es un caos y da estatus tener un carro del año, por qué no. Es por eso que el tabú más grande de nuestra sociedad no es el sexo prematrimonial o la homosexualidad; sino aumentar el precio de la gasolina. Con el precio de la gasolina a los niveles actuales, la aberración que ocurre es que el Estado está subsidiando nuestras ansias de contaminación ilimitadas en detrimento de nuestras golpeadas ciudades.
Para bien o para mal, la creencia de que vivimos en un país rico porque nos regalan la gasolina, posiblemente sea la única cosa en la que, casi mayoritariamente, estemos de acuerdo y nos haga decir: ¡SOMOS VENEZOLANOS!
Ciro
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