Este fin de semana se acaba la exposición de Armando Reverón en el Museo de Arte Moderno (MOMA) de Nueva York.
Y discutiblemente ha sido la exposición de la obra de este pintor más importante en términos de impacto mundial. Primero por la gran cantidad de personas de distintas partes del mundo que la ven, gracias a la ubicación de este museo en esa ciudad crisol de razas y culturas. Segundo por la gran cantidad de obras que se mostraron (aunque para mi gusto, no se muestran suficientes obras del período azul).
Lo importante para mi de Reverón, es que este tipo fue único. He ido al Museo de Artes de Santiago de Chile, al louvre y al D'Orsay en París, al de Arte Contemporáneo de Caracas, al de Bellas Artes de Caracas, a la Galería de Artes Nacional en DC, al Museo de Arte Metropolitano y al MOMA de Nueva York y tengo libros de la Galería Nacional de Londres y el Museo del Prado de Madrid y nunca he visto obras como las de él.
Y eso lo dicen los teléfonos que "echan" los cuentos en el MOMA. Nunca habían mostrado un pintor como Reverón, ni con obras como las de él, ni tampoco con un pasado parecido al de él.
Michelena un excelente pintor venezolano, encargado de pintar las gestas heroicas de los héroes venezolanos, no fué único en su obra. Su técnica y aproximación plástica puede parecer a las pinturas de Jacques-Louis Davids como el "Juramento de los Horacios".
Reverón, por estar en el trópico, "auto-asilarse" y aislarse en la playa y ver, en vez de colores, la incandescencia de la luz del sol en el Ecuador pintó los mejores paisajes "blancos" que haya visto en mi vida. Cualquier persona trataría de plasmar los colores del Avila (montaña que separa a Caracas del Mar Caribe) y el mar de haber vivido en ese mismo sitio. Reverón, pintó esa luz cegadora y el resultado fue único. Pero así como me impresionaron sus paisajes blancos, me impresionó la manera como pintaba y captaba la atmósfera de una día de playa de esos de los que huímos cuando se nos nubla el día. Y en vez de pintarlos "grises" los pintó "marrones y ocres". El resultado: Unos paisajes cargados de electricidad. Ese intangible, lo he visto sólo en los paisajes de Camille Corot, pero con una técnica muy diferente.
Reverón estudió en la Academia de Bellas Artes en Venezuela y también en Francia y España donde tuvo la oportunidad de admirar a sus pintores preferidos Degas, Martín, Sisley, Cezanne, El Greco y Velazquez entre otros. El tipo tuvo escuela. Sus primeras obras muestran sus habilidades plásticas arraigadas en el impresionismo europeo. Pero es precisamente cuando se deshace de éste cuando se erige como el maestro que trae el modernismo plástico a Venezuela.
Esquizofrénico y atrapado en su mundo logró sus mejores obras, incomprensibles para muchos en esa época. Cuando se mudó a la Guaira (ciudad balcón del Mar Caribe venezolano), decía el mismo, estaba feliz porque nadie le iba a volver a preguntar porque pintaba los paisajes blancos. En su "locura" se rodeó de muñecas que el mismo hacía en compañía de su esposa y compañera Juanita y pintó composiciones en las que pequeños detalles diferencian las figuras humanas de sus muñecas. Para lo que nosotros sería la representación de un mundo real y uno de fantasía, para Reverón era uno solo. De loco no tenía nada. Sólo era loco para nosotros, que no veíamos en esa época que simplemente era un pintor fuera de lote y adelantado a su tiempo.