viernes, abril 15, 2011

Semana Santa Sin Guarapita


Como la Semana Santa no es sólo para orar sino también para vaguear y estoy en el mood vagoneta, publicamos un artículo que escribí hace 4 Semana Santas. Además como dice mi pana Nacho Ávalos; autofusilarse no es malo. ¡Que disfruten el refrito!


Una de las cosas que le ha dado la Tierra de Gracia al mundo para el deleite del paladar es la guarapita de parchita. La guarapita es una bebida preparada a base de caña clara, parchita -maracuyá- y azúcar; las recetas más sofisticadas hablan de agregarle -además de lo anterior- Vermouth Blanco, Amargo de Angostura y Absolut Vodka. En las costas aragüeñas -Cuyagua, Cata y Choroní-, donde la guarapita es la reina, son menos sofisticados -a Dios gracia- y le ponen té de campanita para crear el efecto “voltea güiro”, característico de esta bebida autóctona de las costas venezolanas. También hay versiones de coco o fresa.


Uno de los placeres más grande de la vida -la mera merma, pues- es bailar en la plaza Bolívar de Puerto Colombia en Choroní al ritmo de los tambores aragüeños con un frasco de guarapita de parchita en la mano. Las malas lenguas dicen que han visto, más de una vez, a Björk bailando al son de los tambores con una guarapita en la mano.


Sin embargo, esta rica bebida tropical no podrá ser disfrutada durante la Semana Mayor, debido a la prohibición gubernamental del expendio de alcohol los días jueves, viernes y domingo de la próxima semana. Ley Seca puel pecho, pues.


Paradojas ideológicas de la vida, que un supuesto estado socialista, por ende laico, asuma la posición de un estado confesional al querer imponer normas y valores morales de una determinada religión; en este caso la católica. Cuál será el próximo paso: ¿prohibir el sexo prematrimonial, los métodos contraceptivos? No lo sé, lo que sé, es que hay que ponerse las pilas para apertrecharse de una buena dosis de guarapita para los días de la prohibición. Eso sí, más pilas aun con eso de manejar y tomar.


Ciro

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ay, my friend... la guarapita de parchita... ¡qué recuerdos! A veces también se "envenenaba" con algo que mis panas llamaban "Blanco Martell" que no es precisamente cognac francés... nunca supe qué era pero igual me lo bebía...

Tendré que volver a Venezuela para ir a Choroní y lanzarme encima de un negrote de los que toca el tambor... esa magia tan libidinosa del tambor... creo que me volvería primitiva y actuaría siguiendo mis instintos salvajes :P

Anónimo dijo...

Nada como Choroní o cuyagua!!

Anónimo dijo...

Repámpanos Ciro, este post es "ageless", eterno...